Los
estudiantes de San Marcos nos han dejado una tremenda lección. En contra de la
opinión mayoritaria en la prensa y los prejuicios de los que han sido víctimas,
lograron que el alcalde Muñoz decida no seguir con la ampliación innecesaria
del by-pass. Con eso, el alcalde corrige un error heredado y cumple su promesa
de campaña, como tiene que ser.
Si pensamos
que la juventud está desganada y desconectada de la política, no olviden la
imagen de los estudiantes sosteniéndose de las manos alrededor de la
universidad, creando un cerco humano. Y cuando lo recuerden, no descuiden que
mientras lo hacían, fueron injustamente catalogados de vagos y hasta terrucos.
La
universidad no tiene como única función formar profesionales.
Tiene que crear
una ciudadanía crítica, donde las personas tengan autonomía y capacidad de
reflexión. La forma en que los alumnos han defendido su universidad es parte de
esa formación. Lo ocurrido hubiese sido imposible si ellos no hubiesen
protestado como lo hicieron.
Pero, además,
¿quiénes se asemejan más a un terrorista aquí? ¿No serán los que pedían
meterles bala a los estudiantes? Nadie reaccionaría así si esto hubiese
ocurrido en la PUCP, la UP, la UL o la UPC. La educación pública ha sido
estigmatizada por décadas y este es un buen ejemplo de ello.
Ahora el
alcalde Muñoz debería dar la estocada final y demoler el by-pass. El precedente
para la ciudad sería fantástico: sabríamos que es posible corregir decisiones
que fueron adoptadas con criterios urbanos equivocados y desfasados.

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