Escrito por: Jose Carlos Salazar
Un nuevo estudio confirma que la orientación sexual de los humanos es resultado de la interacción de genes, el ambiente y otros aspectos.
Estas semanas se ha venido
discutiendo el resultado de la investigación más grande realizada hasta ahora
sobre genética y comportamiento sexual. Un tema que nos puede sonar nuevo, pero
del que quizás hayamos escuchado hablar más veces de las que creemos. ¿Cuántos
de ustedes, por ejemplo, conocen la canción de Lady Gaga que da título a esta
columna, y que en castellano vendría a traducirse como “Así nací”? Al escuchar
la canción, que iza la bandera de los derechos LGBTQI, es inevitable pensar en
el nexo entre la sexualidad y la genética: “Soy bella a mi manera, porque Dios
no comete errores. Estoy en el camino correcto, así nací”.
El profesor de Harvard Michael Bronski, citado en un artículo de “Harvard Magazine”, ha explicado que el atractivo de que existiera un gen gay creció a partir de los movimientos pro derechos LGBTQI de los 70. Así, mientras quienes se oponían a los movimientos sostenían que la homosexualidad era una opción, algo que se escogía o hacia lo que uno era “seducido”, el contra argumento era que no, que así se nacía. En la misma línea, en un artículo de “The Atlantic”, la profesora de Northeastern University Suzanna Danuta Walters habla de cómo se fue asentando la idea de que la retórica proderechos LGBTQI se relaciona a la negación de la elección; mientras que la retórica antigay a la afirmación de la elección.
Sin duda, es un alivio ver la
preocupación que han mostrado los investigadores por que la información no sea
malinterpretada. Pero no puedo evitar pensar en qué pasaría si existiera una
investigación que nos diga que la genética no juega ningún papel, y que no es para
nada responsable de que alguien sea homosexual. ¿Importaría realmente? Es
decir, ¿tiene sentido siquiera conectar el valor moral de nuestras acciones a
la genética? Para mí, la respuesta es clara: la pregunta por la relación entre
comportamientos homosexuales y genética puede ser interesante, pero es
moralmente irrelevante. La decisión por las parejas sexuales es personal y
neutra.

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